La estratégica ubicación de la villa d’Alcúdia, notablemente apreciada desde la época romana, suponía un alto nivel de riesgo para sus habitantes, algo propio de las ciudades de la época situadas en la zona costera, debido a los continuos saqueos de piratas que navegaban en sus inmediaciones. Debido a ello, Jaume II ideó un sistema de protección: la muralla, que respondía a un doble propósito, actuar como elemento de defensa de la población y procurar un lugar seguro en caso de ataques provenientes del exterior.
Su construcción se inició a principios del siglo XIV, y no concluyó hasta finales del mismo siglo. Una estructura cuadrangular reforzada con 26 torres distribuidas a lo largo de un perímetro de 1,5 km y una altitud media de 6 metros, además de un valle que todavía se conserva, conforman esta construcción que delimita el núcleo histórico de Alcúdia, declarada Conjunto Histórico-Artístico en el año 1974, junto con los restos de la ciudad romana de Pol·lèntia.
Uno de los mayores atractivos de la muralla medieval lo constituyen las puertas de acceso a la misma. Originariamente eran tres: “la puerta del Moll o de Xara”, “la puerta de Mallorca o de Sant Sebastià” y “la puerta de la Vila Roja”, que actualmente no se conserva. La puerta de la Vila Roja estaba situada al noroeste de la fortificación medieval de Alcúdia. Debido a la escasa información de la que se dispone, resulta difícil hacer una descripción de la misma, aunque parece ser que era la más frágil y por este motivo fue asediada en numerosas ocasiones.
El puente, al igual que el de las otras puertas de la muralla, era levadizo y tallado en madera. Posteriormente, en el siglo XVII, todos ellos fueron sustituidos por puentes de piedra. Según una descripción del Archiduque Luís Salvador de Austria, “La Puerta de Vila Roja es austera y simple; muestra únicamente los vestigios del puente levadizo sobre el foso que ahora queda sustituido por un puente”. Durante el siglo XX y hasta el 2004, el puente quedó cubierto con el valle. Una vez recuperado presenta tres ojos, uno pequeño y dos más grandes, así como el pavimento de piedra original. El valle, una vez excavado, se ha convertido en un espacio público para actividades al aire libre, conciertos o teatro, y tiene como telón de fondo la figura del puente.
La Puerta de Mallorca o de Sant Sebastià era la que comunicaba la villa de Alcúdia con el camino real de Palma de Mallorca. Actualmente conserva el foso y presenta el aspecto que le dio la restauración de 1963, realizada por G. Alomar (dos torres exentas ligadas por un matacán de grandes dimensiones coronadas con almenas). Se puede apreciar también un escudo de la ciudad que data del siglo XVI. La Puerta del Moll o de Xara situada al otro extremo del eje que divide la villa en dos mitades, abriéndola hacia el Puerto Mayor. Presenta una estructura bien diferenciada de la otra puerta, las dos torres que la conforman están unidas por un cuerpo de guardia con una pequeña ventana protegida originariamente por un matacán del que sólo se conservan las ménsulas que la sustentan. El gran portal de arco de medio punto da entrada al espacio cubierto con vuelta donde todavía puede apreciarse el rastrillo que cerraba la puerta.
El paso del tiempo y la evolución de la tecnología bélica y armamentística posibilitaron, a lo largo del siglo XVII, la construcción de un recinto amurallado más acorde a las necesidades de la ciudad. El trazado en forma de estrella de baluarte de poca altura resultó idóneo para situar las piezas de artillería, a la vez que resistir las acometidas de este tipo de armas. Este trazado recorría el primer recinto, dejando un espacio entre ambos que constituiría el camino de ronda.
En la actualidad, de este segundo recinto sólo se conserva el baluarte de Sant Ferran y algunos restos del baluarte del rey y la reina, ya que en su interior se construyó la plaza de toros. En su estructura aún se puede apreciar el cordón de refuerzo que lo remata, así como una garita de vigilancia.
Otro elemento importante de este primer recinto amurallado, lo constituyen los baluartes, que, repartidos a lo largo de su perímetro, se construyeron durante la primera mitad del siglo XVI con la finalidad de dotarlos de piezas de artillería. Actualmente se conservan dos de estas construcciones, el de la Vila Roja y el de Xara, cercano a esta puerta.
A lo largo de todo el centro histórico se ubican numerosas casas señoriales de estilo renacentista, conocidos como “casals” que, durante los siglos XVI-XVII, sufrieron importantes transformaciones que afectaron especialmente a sus fachadas, con la finalidad de adecuarlas a los cánones estilísticos de la época. Durante la Guerra de la Germania (1521-1523), los nobles de Ciutat (Palma) hallaron refugio en Alcúdia, donde introdujeron las ideas humanistas que resultaron ser de gran aceptación entre la aristocracia local.
Con estas ideas se introdujo el nuevo lenguaje estilístico que, a partir de ese momento, se aplicaría a las obras de las casas más importantes de la ciudad. La mayor parte de estos edificios han llegado hasta hoy sin apenas haber sufrido transformaciones, gracias a ello pueden admirarse ejemplos como Can Castell ; Can Fondo (Sede del Archivo Histórico y sala de exposiciones); Can Canta (Can Barrera); Can Domenec (Sede del Consorcio de la Ciudad Romana de Pol·lèntia) o Can Costa (Can Sureda), entre otros.
La iglesia parroquial está situada al lado de la muralla medieval, ocupando el solar donde se construyó la primitiva iglesia del siglo XIV. Esta construcción, profundamente vinculada a la historia de Alcúdia, originariamente tenía una apariencia de fortificación y de hecho, encima de su cubierta, se llevaban a cabo labores de vigilancia. Su estructura formaba parte de la muralla. En el año 1870, el estado de deterioro en que se encontraba el templo hizo que se derrumbase parte de la cubierta, dejando inutilizada la iglesia, que posteriormente fue derribada y construida nuevamente en estilo neogótico en el mismo lugar que en su momento ocupó la primitiva construcción. Las obras se prolongaron hasta el año 1893.
El templo actual es de nave única y capillas laterales con cubierta de crucería. El presbiterio está presidido por un retablo neogótico, obra de L. Ferrer y M. Arcas, dedicado a San Jaime. En la fachada principal, el tímpano de la portada alberga una escultura de San Jaime, obra de Remigia Caubet. Un gran rosetón ilumina el interior del templo, y sobre éste, rematando la fachada, se puede apreciar el escudo de Alcúdia. El Museo Parroquial, donde se nos ofrece una interesante muestra de arte religioso, completa la visita al templo.
Esta construcción contigua a la iglesia, fue construida a finales del siglo XVII. Se erigió para custodiar la imagen del Sant Crist, talla policromada del siglo XV, a la que se atribuyen los hechos milagrosos acaecidos en el año 1507. La capilla es de estilo barroco y puede accederse a la misma desde el interior de la iglesia parroquial. Presenta una cubierta adornada con cúpula en su tramo central. La cabecera de la iglesia contiene el retablo camarín, también de estilo barroco, que contiene la talla del Sant Crist, a la que se puede acceder mediante dos escaleras laterales.